La fiesta de Halloween está a
la vuelta de la esquina. Esta celebración de origen anglosajón
tiene sus raíces en una mezcla de rituales celtas y cristianos.
Según la tradición celta, el fin del verano unía el mundo terrenal
con el de los espíritus durante la noche de Halloween. Hoy en día
se ha convertido en un evento global y los más jóvenes lo celebran
en todo el mundo.
Aunque su origen puede
resultar un poco escalofriante, hoy en día esta tradición se ha
convertido en una fiesta divertida y para todos los públicos. A los
niños les ayuda a superar sus miedos transformándose en los
monstruos más terroríficos sólo para pasar un buen rato.
Según la costumbre, los niños se disfrazan de variopintos monstruos (no pueden faltar los clásicos vampiros, hombres lobo o fantasmas) y van por las casas del vecindario pidiendo todo tipo de chucherías: gominolas, piruletas, caramelos fiesta, chicles… Las casas también reciben una decoración muy característica en la cual predominan las calabazas, los murciélagos, las telarañas y en definitiva cualquier elemento que pueda recordar a una cripta o a una casa encantada.